miércoles, 20 de febrero de 2008

COLOMBIA Y EL PROCESO DE GLOBALIZACION


Es necesario señalar que los efectos de la apertura son siempre específicos según el país. En Colombia, tampoco, desde luego, se presentaron las anheladas ganancias en competitividad ni mayor orientación a la exportación, pero llama la atención el hecho de que la industria manufacturera haya exhibido un buen desempeño en los primeros cuatro años de apertura, lo cual llevó a algunos a presentar prematuramente un parte de victoria. Pero no debe sorprendernos. Se explica por la importante expansión de la demanda doméstica . De otra parte, por el hecho de que algunos de sus sectores son altamente importadores de insumos (a veces simplemente envase o ensamblaje), beneficiarios por lo tanto de la misma apertura. Fue casi un componente de la expansión comercial.

Una vez se contrajeron los factores de expansión de la demanda doméstica, la industria entró en un prolongado período de recesión. Pero la apertura sí produjo una cierta reestructuración. Caso típico fue la ruina de los sectores de calzado y de tabaco y el pobre desempeño de textiles. Y es de preverse una reconversión, en otros sectores, hacia la simple elaboración de productos semiterminados importados, como aprovechamiento de la apertura para atender el mercado interno. Como lo reconocen ya casi todos los analistas, la reducción neta de mano de obra (racionalización de costos), incluso acompañada de importación de bienes de capital (reposición), no representó un proceso de innovación tecnológica y menos que todo para competir en el exterior. La dependencia de la importación aumenta.

Como se dijo, las exportaciones manufactureras no lograron un desempeño significativo entre el 90 y el 98. Aunque aparecen en el comercio con América Latina y el Caribe, especialmente con la comunidad Andina, hay que reconocer que siguen teniendo, en el conjunto, una presencia marginal. Continúan con la mayor participación los grupos tradicionales como textiles, prendas de vestir, cuero, calzado e imprentas y editoriales, pero con una tendencia decreciente. Justamente algunos de los más afectados por la apertura.

Donde la apertura sí tuvo un efecto devastador fue en la agricultura. Se mantuvieron, claro está, algunos sectores de la agroindustria, ya consolidados en la exportación, como banano, flores, y en cierto modo el azúcar.(el cafe apenas sobrevive) Pero la mayoría de cultivos transitorios se desplomaron o desaparecieron en beneficio de la ganadería vacuna extensiva o, en menor grado, de cultivos permanentes. Se trata de cereales como arroz, maíz, cebada, trigo y sorgo, y de oleaginosas como soya, algodón y ajonjolí. Una razón evidente para replantear y renegociar la agricultura en los acuerdos internacionales. Sin embargo la posición que se ha impuesto en el país es la contraria, contra todas las evaluaciones y tendencias mundiales.

Recientemente el país entró en una grave crisis económica. Comenzó en 1998 y llegó a una profunda recesión en 1999 (reducción de 4.5% del PIB); el año pasado se habló de recuperación pero el producto solamente se incrementó 2.8% según estimaciones preliminares. Podría relacionarse con los efectos de la crisis asiática pero la verdad es que éstos aquí son indirectos. La explicación real, como en el resto de Latinoamérica, tiene que ver con su extrema debilidad frente a los movimientos internacionales de capital. Es una historia conocida: Como lo admite en sus análisis el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, a propósito del creciente déficit comercial en América Latina: "fuertes incrementos en las entradas de capital privado, sumados a las medidas adoptadas para estabilizar la inflación, han ejercido presión sobre los tipos de cambio. Como resultado, en muchos paises se ha producido una importante apreciación real de la moneda, que ha estimulado las importaciones y, en algunos casos ha atenuado las exportaciones´
(1)Ello sin contar con el incremento desmesurado de las tasas de interés propiciado en Colombia por la política monetaria antinflacionaria aplicada por el Banco Central. Lógicamente, la salida brusca de los capitales tenía que producir una crisis financiera de gran magnitud. La dinámica ilusoria que había producido la breve reanimación del mercado interno se desplomó bruscamente sin que se haya ofrecido hasta ahora una alternativa. Las autoridades económicas han encontrado una salida en un creciente y preocupante endeudamiento tanto externo como interno, cuyo servicio presiona cada vez más sobre la situación fiscal, obligando a nuevos ajustes.
[1] BID, "Integración y Comercio en América". Informe, agosto 1998

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